Donde pones la mente, pones la energía



Es tan evidente y nos cuesta tanto comprenderlo: donde pones la mente, pones tu energía. 

Esto lo aprendí en mis clases de ZhiNeng Qi Gong hace años, con mi profesor Eduardo García Osegueda. En ese momento no comprendía la magnitud de la enseñanza ni lo importante que es tenerlo presente en nuestro día a día. 

¿A qué se refiere esta frase? A algo muy claro y que en oriente conocen muy bien los practicantes de QiGong, de budismo y de otras  técnicas de desarollo interno, sanación  y meditación: que el poder de nuestros pensamientos es central para fortalecernos o debilitarnos. Me explico.

Nuestros pensamientos son energía, pura y clara. Somos seres de energía, ya lo decía Einstein, que la energía ni se crea ni se destruye, sino que se transforma, y todo en este mundo es energía. Nosotros y nuestros pensamientos también. La energía del cuerpo y  las actividades que desarrollamos, las  llevamos a cabo en función del sentido que les damos y de la dirección que nuestra mente les indica. 

¿Sabes por qué una discusión, un pleito, un momento de violencia te desgastan tanto? Porque tu mente está concentrada en ellos y por lo tanto, toda la energía de tu cuerpo la estás dirigiendo hacia esos pensamientos. ¿Te ha sucedido que estás con personas que cuando se van te dejan agotadas? Son esas personas que no cesan de hablar y que siempre tienen problemas que contar y que no dejan que se hable de otra cosa más que de su situación, y uno acaba prestando atención a ellas y sólo a ellas, y al final sientes como si les hubieras dado toda tu energía. Es cierto, se las diste, pues pusiste toda tu atención en el malestar que te transmitieron y te quedaste casi sin fuerza. 

Sucede lo mismo en nuestras actividades diarias y en aquello a lo que prestamos atención. 

Cierra tus ojos un par de minutos y revista todas las actividades que hiciste la semana pasada, o simplemente este día, y recuerda en qué concentraste tus pensamientos. ¿En lo que te salió bien o en lo que te salió mal, en las tonterías que hizo tu colaborador en la oficina, en el vecino latoso, en lo nefastas que son las personas que te rodean? ¿En lo bien que te salió lo que te propusiste o en lo que aún puedes hacer para cumplir tus metas, en lo amable que fue el muchacho que te acompañó con su paraguas para que no te mojaras, en lo cariñosa que fue tu pareja, en lo rico que estaba el helado que te comiste? Se trata de simples pensamientos, ¿lo puedes ver? La diferencia entre unos y otros hace una gran diferencia en tu sentir, en tu bienestar  o malestar y en los resultados que obtienes. 

¿En qué afecta esto tu vida y cómo puedes hacer algo al respecto? Me he dedicado a estudiar y analizar últimamente el impacto de lo que planeamos  y nuestra agenda de actividades en nuestro bienestar y equilibrio interno, físico y emocional. Cuando te dedicas a llenar tu agenda de actividades sin objetivos y sin sentido alguno, el resultado final es de malestar, cansancio y en muchos casos, de gran frustración. Por eso es tan importante que organices tus actividades en función de los objetivos que para ti son importantes en todas las áreas de tu vida. Que te conectes con actividades, personas y contextos que fortalezcan lo que buscas y no que debiliten tu fuerza interna. 

Insisto, lo  he dicho antes, y lo repito, no se trata de hacer afirmaciones optimistas y alejadas de la realidad tipo "soy feliz, soy feliz, soy feliz". La verdad es que sin un cambio en nuestra actitud, conciencia y sin sentido de compromiso, estas no son nada más que palabras vanas y vacías.  Una vez que tomas conciencia de las fuerza de tus palabras, de la importancia de canalizar tu energía y tiempo en aquello que tiene significado y valor para tí y te organizas siendo congruente con esto, te darás cuenta de que los resultados que obtendrás te harán sentir bien y encontrarás enorme satisfacción  y provecho en lo que haces. 

Si dedicas tu energía a hacer cosas que tienen importancia para otras personas, en lo que son o hacen los demás y en ver qué hacen tus vecinos, hermanos, amigos y no en lo que haces y eres tú, estás poniendo tu mente y tu energía en los demás.  Qué manera tan absurda de desperdiciar nuestro tiempo (recurso irrecuperable) y nuestra energía, ¿no crees?

¿Te hace sentido esto? ¿Lo has sentido y te ha pasado?

Te invito a que revises tu agenda de actividades y programa de trabajo la próxima semana desde esta óptica y veas si lo que vas a hacer y el tiempo que vas a invertir en ello es resultado de lo que te interesa o estás cumpliendo requisitos ajenos. ¿Vas a ver a una persona que realmente quieres ver o agendaste una reunión con ella por culpa o porque te sientes obligada? Te garantizo que haber tomado una decisión así no te hará sentir mejor pues irás con enojo por no estar haciendo otra cosa. La culpa es un gran vampiro de energía. Si no tienes manera de cambiar la reunión, cambia tu actitud y disfruta el encuentro. Decide TU estar bien y en paz en esa cita. La otra persona no tiene responsabilidad sobre tu bienestar, tú si.  Revisa el resto de tus actividades y citas. ¿Qué encontraste? 

Si me dejas tus reflexiones y experiencias aquí abajo en la sección de comentarios, te lo voy a agradecer mucho. 

Que tengas una gran semana.



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